PRÓLOGO

TENÉIS QUE OÍRME

YO fui cantando errante,
entre las uvas
de Europa
y bajo el viento,
bajo el viento en el Asia.

Lo mejor de las vidas
y la vida,
la dulzura terrestre,
la paz pura,
fui recogiendo, errante,
recogiendo.

Lo mejor de una tierra
y otra tierra
yo levanté en mi boca
con mi canto:
la libertad del viento,
la paz entre las uvas.

Parecían los hombres
enemigos,
pero la misma noche
los cubría
y era una sola claridad
la que los despertaba:
la claridad del mundo.

Yo entré en las casas cuando
comían en la mesa,

venían de las fábricas,
reían o lloraban.

Todos eran iguales.

Todos tenían ojos
hacia la luz, buscaban
los caminos.

Todos tenían boca,
cantaban
hacia la primavera.

Todos.

Por eso
yo busqué entre las uvas
y el viento
lo mejor de los hombres.

Ahora tenéis que oírme.

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