División de la Obra

Raúl Silva Castro

La obra de Pablo Neruda, tan copiosa ya, ha sido segregada por su propio autor, quien niega valor estético a algunas de sus empresas en atención a consideraciones de orden político. La entidad psicológica y fisiológica llamada Pablo Neruda es una, pero lo que ella produce no es, según su creador, una sucesión regular y ordenada de fenómenos coherentes y dependientes los más nuevos de los más antiguos. La sucesión regular se altera, con lo cual habría en la producción de Neruda una serie de muros infranqueables y de soluciones de continuidad. Cualquier ordenación que en ella se intente habrá de pasar por alto estas negaciones, que no tienen alcance para la historia literaria. Veamos, en consecuencia, cómo podría agruparse esta obra en atención a sus motivos culminantes y sin romper con la cronología. 

PRIMERA ÉPOCA. Desde los orígenes en la infancia hasta el primer viaje fuera de Chile (1927): poesía del amor, singularmente egocéntrica, algo anárquica en la forma y muy nihilista en lo que toca a la concepción del orden social y del mundo. A pesar de los descuidos formales, el verso contiene algunos señuelos artísticos perceptibles en rima y ritmo. Influencia de Rubén Darío y de Maurice Maeterlinck.

Esta poesía de los orígenes comenzó a darse a conocer oficialmente al público santiaguino en la revista Claridad (1921), pues las colaboraciones de Corre Vuela de fecha anterior pasaron inadvertidas; adquiere forma de libro con Crepusculario (1923), y se consolida con Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924). Estos dos libros son, por lo demás, los mejor difundidos de su autor y los que conservan mayor número de admiradores entre quienes nada quieren saber de su aventura política, a juzgar por las ediciones que han agotado y que siguen solicitando. Es también la menos traducida a los idiomas extranjeros, en proporción al número de años que lleva en circulación.

SEGUNDA ÉPOCA. Cuando Neruda salió de Chile, se fue al Oriente y se estableció en Rangún (Birmania). Las piezas escritas entonces caben casi totalmente en Residencia en la tierra (1937), iniciada en Rangún, proseguida en Colombo y en Java, posesión holandesa esta última en la cual Neruda contrajo su primer matrimonio con Maruca Hagenaar, joven javanesa de padres holandeses.

TERCERA ÉPOCA. Es ya la etapa política iniciada con España en el corazón (1937) y proseguida con Canto general (1950), libro que vale por no pocos volúmenes individuales, pues contiene miles de versos y se distribuye en muchísimos temas. Otros títulos dignos de atención en esta etapa son Canto de amor a Stalingrado (1942) 28 de enero (1947), etc.

La tercera época se prolonga en los años que siguen, pues el autor no ha renegado de su filiación política, y continúa siendo, para todo el mundo de la cultura, uno de los más representativos escritores comunistas del presente; pero es justo aceptar que podría intentarse una división final.

CUARTA ÉPOCA. Aparecen las odas elementales. En los últimos años, y a contar de 1954, Neruda ha querido aclarar su expresión, muy turbia en algunos períodos, y en especial en las épocas segunda y tercera, según la enumeración anterior, y de esta decisión nacieron las odas, en conjunto una especie de diario lírico íntimo (y civil a la vez, pues la intención política subsiste), en que se tratan, alternativamente, cosas domésticas, reminiscencias de viajes, bagatelas, sucesos del vivir callejero, pequeñeces y hasta trivialidades.

Esta simplificación en cuatro épocas es, por cierto, algo claustral para obra tan amplia y caudalosa como la de Neruda, que atiende a: casi todos los temas cósmicos, y debe ser recibida con beneficio de inventario, que somos los primeros llamados a sugerir y aconsejar.

A más de los enunciados dichos y cabalgando sobre las fechas ellos comportan, hay libros enteros que salen de estos marcos, a saber: Versos del capitán (1953), aparente retorno a la primera época, como Cien sonetos de amor (1959). El lector verá, pues, con prudencia, qué le conviene mantener de la visión esquemática que le hemos propuesto.

Desde otro punto de vista, cabría señalar en la expresión y estilo de Neruda, esto es, en el sistema de formas literarias que emplea obtener la comunicación con el lector, ciertos cambios u posiciones que darían base a un estudio monográfico. Sin llegar tan anotamos los principales cambios que vemos en su estilo:

1.- PERÍODO DE EXPRESIÓN DIRECTA. Desde los orígenes hasta la publicación de Veinte poemas de amor (1924), el poeta aspira a decir con rectitud lo que siente. Si está enamorado, lo declara; si un paisaje le gusta, lo describe y elogia. Hay, en fin, una relación directamente proporcional entre lo que siente y lo que se expresa, sin perjuicio del uso de metáforas, símbolos y otras figuras que pueden contribuir a facilitar la expresión. En este mismo período podemos imaginar, además, cierto abandono íntimo: el poeta no calcula el efecto que va a causar, y su canto parece, a menudo, ser el fruto de una fluencia natural irrestañable.

2. PERÍODO EXPERIMENTAL. Poco después vienen los libros a los cuales daremos el nombre de experimentales, en el sentido de que con ellos el poeta muestra sus búsquedas en el estilo. Está experimentando, o si se prefiere, tanteando, a ver si su expresión logra alguna mayor originalidad. El parecerse a escritores como Darío, Maeterlinck y otros, no le satisface: o no se parece a nadie, o prefiere parecerse a escritores no tan consagrados como aquéllos. De allí la influencia de Sabat Ercasty, que hasta hoy no ha tenido explicación alguna dentro de la obra de Neruda.

3. PERÍODO DE EXPRESIÓN INDIRECTA O INVERSA. ¿Cómo salió Neruda del período experimental? Había dos maneras honorables de salir: o volver a la expresión directa o adoptar otra, que para abreviar llamaremos indirecta o inversa. El primer fruto de este cambio es ya todo un libro, Residencia en la tierra, que se convierte en un ciclo de varios años de producción. Los cambios son notorios. El breve poema de amor, de expresión en todo directa, truécase en un extenso poema unitario (con unidad de inspiración), donde la expresión es a menudo (y no siempre) indirecta o inversa. Apela el autor a cosas incomunicables por definición, como los sueños, o descompone la realidad en una visión íntima (suprarrealismo), para su solo uso, que no puede pretender que capte el lector en las propias dimensiones que cobró para el poeta. Es el período popular. mente llamado oscuro, es decir, de difícil comprensión, esotérico, durante el cual Neruda perdió algunos de sus admiradores, pero adquirió otros, los snobs, quienes declaraban primero que la poesía no era para ser entendida, segundo que la de Neruda era ininteligible y tercero que en consecuencia se le debía admirar sin trámite.

4. PERÍODO DE EXPRESIÓN DIRECTA, segunda vez. Neruda pudo que darse en la estación anterior, produciendo poemas simbólicos, oscuros, de significado recóndito, pero de pronto alteró su ruta. Hay quienes creen que cambió porque su espíritu, algo inquieto, le invita a buscar nuevas metas para su arte, a fin de no repetirse. Hay quienes en cambio suponen que la novedad se produjo no en forma espontánea sino sugerida, es decir, forzada desde fuera. Neruda, en suma, habría vuelto a la expresión directa (patentizada en las Odas elementales), no por decisión suya sino por las necesidades de la propaganda comunista a que aparece, en parte a lo menos, subordinada su poesía. El asunto es muy difícil de zanjar y basta exponerlo.

En este momento, es decir, por los días en que se escribe este libro, Neruda sigue fiel a la expresión directa. Pero entre el período 1 y el período 4 hay una diferencia muy perceptible, o que por lo menos trataremos de hacer perceptible en este libro. En el período primitivo o inicial, Neruda es un poeta egocéntrico, cuyo amor, por lo general desolado, le nubla la visión para el resto del espectáculo del mundo. Canta a la pareja humana en el sentido sexual, no en el sentido matrimonial, y la canta desde el ángulo masculino, con todo el egoísmo rabioso .que el amor suscita en él y entre otros Varones de su misma familia psicológica. Dentro del período 4, en cambio, si bien persisten rasgos de confesión personal donde el poeta, una vez más, se llama enamorado, el egocentrismo se reemplaza por el panfilismo. El poeta no es ya egoísta sino altruista, sonríe al vecino, saluda al prójimo, pide reverencia por los seres humildes, trata de unirse con los demás hombres, practica cierta forma de unanimismo, se torna social, se conjuga al resto de la humanidad, respeta al débil, se acuerda de todos los seres repetidamente olvidados en los años anteriores. Sea esto influencia de la posición política que el poeta ha adoptado, o sea otra cosa, es el hecho el que debemos consignar y atender.

Debe aceptarse, en resumidas cuentas, que Neruda es un poeta muy difícil para el estudio, por los profundos cambios de sensibilidad estética aportados a su estilo. Quien pretenda saber algo de él, más allá de las anecdóticas exterioridades, ha de hacerse el ánimo de enfocar cada cierto número de años de nuevo, con mucha paciencia, a fin de que sus instrumentos de captación y de percepción no queden fuera de uso. El desarrollo de su obra no es lineal sino, al rever, lleno de torceduras y de imbricaciones no previstas.

Raúl Silva Castro: Pablo Neruda, Santiago, 1964. 237 Págs.


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