El Yo Poético Conmiserativo de Crepusculario

por Juan Villegas Morales

Crepusculario fue publicado en 1923 (Nascimento, Santiago) cuando Neruda aún no cumplía veinte años (*), Las primeras ediciones indican 1919 como fecha de composición. Estudios posteriores lean venido a mostrar que en realidad se trata de una selección de poemas escritos entre 1919 y 1923. Por lo tanto, cuando Neruda tenía entre 15 y 19 años ( [1] ).

Esta observación cronológica, obviamente, es importante para cualquier evaluación o examen del libro. Sería fácil apuntar folias, defectos, influencias evidentes. A la vez, no es difícil tentarse por ver en él gérmenes de 1'o que ha de ser la gran poesía posterior del autor. Cualquier estudio, por lo tanto, ha de considerar que es un libro primerizo.

(*) Ponencia presentada en el Symposium An Homage to Vicente Aleixandre celebrado en UCLA los dios 23, 29 y 30 de abril de 1978.

Pese a ello, sin embargo, muchos de los poemas del volumen han alcanzado gran renombre y popularidad. Se repiten en las antologías y numerosos jóvenes han memorizado en los últimos cincuenta años famosos versos escritos por Neruda en aquel momento.

Para los fines de este symposium me ha parecido importante cubrir tres aspectos. El primero destacar qué dimensiones de la obra han sido los más comentados por la crítica; luego, una breve síntesis del contexto histórico-social o los rasgos relevantes para la tercera sección; el yo poético compasivo en Crepusculario, el cual nos interesará con sus rasgos en sí y en su coincidencia con el hablante del Canto General.


1.-La crítica y Crepusculario.

Son numerosos los críticos que han analizado o comentado diversos aspectos de Crepusculario. Los más destacados se refieren, predominantemente, a sus relaciones con la obra posterior de Neruda. Nuestro ensayo precisamente, aspira a ser una contribución en este sentido.

El propio Neruda se planteó el tema y sugirió la diferencia radical:

Mi primer libro Crepusculario, se asemeja mucho a algunos de mis libros de mayor madurez. Es, en parte, un diario de cuanto llegaba a mi sensibilidad. Pero, nunca, Crepusculario, tomándolo como nacimiento de mi poesía, al igual que otros libros invisibles o poemas que no se publicaron, contuvo un propósito poético de-' liberado, un mensaje sustantivo original. Este mensaje vino después como propósito que persiste bien o mal dentro de mi poesía.

Apenas escrito Crepusculario quise ser un poeta que abarcara en su obra una unidad mayor. Quise ser, a mi manera, un poeta cíclico que pasara de la emoción o de la visión de un momento a una unidad más amplia. ( [2] ).

Tomando como punto de partida la idea de Neruda, Jaime Concha ha ampliado ligeramente el mismo tema:

Crepusculario no guarda continuidad con la obra siguiente de Neruda. Es verdad que Farewell contiene ya el motivo germinal de los poemas de amor; que hay insinuado, en algunos versos, un presentimiento de dolor planetario. También se ha señalado la presencia de la protesta social, no suficientemente acusada, con todo Crepusculario no es un pórtico, es un hito que señala el paraje cercano, pero que está fuera de él. Una característica suya prueba su prematura disidencia con toda la familia poética que surgirá después. De los Veinte poemas adelante todas  las obras del poeta son unidades cerradamente orgánicas; son, en mayor o menor grado, ciclos poéticos. Pues bien, Crepusculario no lo es, y los poemas que lo constituyen presentan la más abigarrada y dispersa motivación” ( [3] ).

Hugo Montes, por su parte, sugiere la existencia de una especie de anticipo de Crepusclario, al afirmar:

"Así, Crepusculario encierra en su unidad, tonal y en su variedad temática, en sus síntesis felices, en su fuerza juvenil al gran poeta que todos celebramos. Y lo contiene con hondura, con belleza, con fluidez" ( [4] )

Otro de los aspectos comentados con frecuencia se refiere a la visión de mundo que sustenta la obra. Hernán Loyola, por ejemplo, afirma una dualidad que coincidiría aproximadamente con una evolución personal de Neruda y que se manifiesta en la cronología de los poemas:

"A grandes rasgos podríamos decir que los poemas más antiguos del libro (....) revelan una actitud juvenilmente romántica y generosa, volcada hacia afuera, ávida de vincularse entrañablemente a la Naturaleza; como queriendo de algún modo coparticipar en su fecunda y silenciosa gestión creadora, y ávida de convivir la alegría y el dolor humanos".

"Poemas que traen, además, una fe enorme en el poder activo de la palabra poética, un propósito confiado y entusiasta de oponer el poderío del canto lírico a las fuerzas sórdidas de la realidad, a la miseria y al dolor de los hombres".

"Pero los poemas posteriores, aquellos más cercanos: a 1923 parecen mostrar una progresiva sensación de fracaso en esta ambición romántica juvenil de ejercer, con su poesía, una influencia transformadora sobre el mundo exterior" ( [5] ).

Efraín Szmulewicz, en un libro relativamente reciente ( [6] ), nieta las interpretaciones de los críticos que intentan descubrir ya en Crepusculario las ideas que llevarán a Neruda a escribir sus libros fuertemente comprometidos. Por el contrario, afirma:

"hay una serie de poemas que traicionan el espíritu místico de Neruda y lo llevan por un camino que se desvía de los postulados materialistas, cuya postura es excluyente en absoluto en lo que a materia religiosa se refiere..." (p.25).

Luego, señala varias pruebas, las que van desde el uso de mayúsculas para expresiones cristianas como Padre Nuestro, Amén, el empleo del término "alma" y varias estructuras de oraciones religiosas.

Finalmente concluye:

"Decididamente hasta aquí (Crepusculario) ninguna declaración panfletaria o poema escrito ad hoc es capaz de borrar lo legítimo, lo sólido del alma, de la inspiración, de raíz del hombre... Allí, en esas honduras, Neruda era religioso, en algún sentido de la palabra; creyente directo, panteísta que ve a Dios en todas partes y en todas las cosas...; ruegos, diatribas contra…, todo deviene de una fe ancestral, primitiva, o de una conciencia que no quiere creer..., pero que cree..." (p. 27).

Jaime Concha asume una perspectiva distinta, aunque coincide en rasgos apuntados en la cita anterior ( [7] ). A su juicio:

"Crepusculario resulta, en consecuencia, el punto de intersección de tres direcciones': una sociológica, en cuanto es él un libro representativo de poesía estudiantil; una biográfico-sociológica, que lo hace emanación de la adolescencia de su autor, y otra que lo sitúa en el camino autocognoscitivo del poeta". (Neruda, p. 84).

El análisis de esta tridimensionalidad lleva a Concha a ubicar a Neruda adolescente en la situación histórica nacional y, en última instancia, le configura como una especie de clase media chilena, tanto en su mundo de preocupaciones, las influencias literarias, las respuestas a las condiciones humanas y sociales, como en la recurrencia de ciertos motivos. Se trata, en síntesis, de poesía escrita por un joven estudiante con las libertades que la burguesía le permite a sus hijos con la visión de mundo de su clase.

Otro aspecto reiterado en la crítica es la de las influencias literarias o la escuela literaria a que pertenece la obra. Para la mayoría se trata de una obra postmodernista.

En cuanto a su valor, los juicios son variados. La mayoría reconoce en el volumen poemas con fuerte carácter apelativo, lo que ha hecho que se repitan en las antologías y que sean memorizados con entusiasmo y facilidad. Para otros, hay muchos defectos y es preciso reconocer que se trata sólo de poemas de juventud y no hay que esperar más de ellos.

Hugo Montes afirma su gran valor:

"El libro tiene una virtud extraordinaria; a saber, la capacidad de síntesis. Situaciones intensas y complejas se expresan en frases lacónicas, redondeadas, perfectas". (pp. 83-84).

Se puede afirmar sin duda que la mayor parte de la crítica tiende a mirar el libro con simpatía y a concederle mayor importancia que la que se le da a los poemas de un joven de alrededor de los 18 años.


2.- La situación histórico-literaria en el momento de aparición.

Dos son los aspectos que nos interesa señalar en el contexto socio-literario del momento en que escribe Neruda los poemas que formarán Crepusculario.

En el plano social, las circunstancias nacionales presentan, par un lado, la plasmación de un proceso iniciado a fines del siglo anterior: el ascenso de la clase media a los niveles políticos directivos. El triunfo de Arturo Alessandri Palma en las elecciones de 1920 significó el desplazamiento parcial de la aristocracia. A la vez, la concientización de las clases populares. Esta transformación social se plasma simbólicamente en la Constitución del año 25. El cambio, naturalmente, implicó una fuerte crisis nacional, la que se pone de manifiesto a lo largo de toda la década de los veinte. Alessandri, elegido por votación democrática es expulsado del gobierno y del país por un sector de militares en al año 24 y, pese a su retorno, la crisis culmina en el año 31, con la República socialista. A partir, entonces, el gobierno del Partido Radical por más de 15 años representa el predominio de los sectores medios. Para nuestros intereses inmediatos, hay que hacer notar que el triunfo de la Revolución rusa, la fundación de los partidos socialistas y comunistas dé los primeros años de la década contribuyeron a la agitación política de los sectores, populares y la juventud de clase media. Esta última representada por la intensa actividad combativa de la Federación de Estudiantes, a la cual se incorpora, Neruda poco tiempo después de su llegada a Santiago ( [8] ).

En cuanto a lo literario, curiosamente, el teatro asume una actitud de fuerte crítica a. los valores de la 'ciase media y ésta aparece degradada en las obras dé Eduardo Barrios, por ejemplo. El otro dramaturgo importante en la época, Acevedo Hernández, postula una concepción de mundo enraizada en los ideales del anarquismo y el socialismo. Incorpora al proletariado en sus obras y trae un mensaje de redención social. La poesía dominante corresponde a la Generación del 14, cuyos representantes más significativos eran Pedro Prado, Gabriela Mistral, Vicente Huidobro, Ángel Cruchaga Santa. María y, parcialmente, Pablo de Rokha. Es decir, ubicados por algunos como postmodernistas ( [9] ).

Lo sorprendente, en apariencia, es el contraste de la poesía de estos autores y las circunstancias nacionales e internacionales. Es de observar, por ejemplo la carencia de preocupación social en la poesía de estos escritores, su búsqueda de valores fuera de la realidad inmediata y la fuerte aureola cristiana de varios de ellos. Es obvio para cualquier lector que lo dominante es la marginación de los problemas sociales y la falta de conciencia social del hablante lírico.

Una excepción parcial a las afirmaciones anteriores es el caso de Gabriela Mistral. En Desolación -1922- encontramos una serie de poemas en que la hablante se conduele del sufrimiento de madres y niños abandonados. Creemos, sin embargo, que más que conciencia social en la hablante de la Mistral es una concepción globalizadora del mundo como predominio de la injusticia, la cual no se imputa a las condiciones sociohistóricas sino más bien a una indiferencia de Dios, indiferencia que se proyecta tanto a la frustración amorosa del yo poético como al sufrimiento de algunos de los personajes de sus poemas.

Por ello resulta interesante advertir en Crepusculario un yo poético con conciencia social y menos aún uno de protesta social. Lo que se encuentra es un hablante que selecciona como material literario ciertos sectores espaciales y algunos personajes que pueden ser considerados desvalidos y evidencia o se lamenta de la tristeza e infelicidad que esa forma de vida les proporciona. Desde este punto de vista, el hablante no es muy diferente del yo compasivo que encontramos en parte de la poesía chilena anterior, especialmente en Carlos Pezoa Véliz y Manuel Magallanes Moure.

Un yo poético que sí podría denominarse de protesta se da en los primeros poemas de Diego Dublé Urrutia, en especial en Las minas. Lo sorprendente de Dublé Urrutia, que escribe en los últimos años del siglo XIX y los primeros del presente es advertir la virulencia del hablante y de imputar abiertamente a los ricos y patrones de la degradación del obrero de las minas. Dentro de la misma línea, a comienzos de siglo encontramos .a Víctor Domingo Silva, quien en Hacia Allá (1905) presenta un hablante combinación de revolucionario y anarquista y Humberto Bórquez Solar. Este último, en La floresta de los Leones, (1907), con lenguaje modernista, ataca con violencia a los causantes de la infelicidad social. No es del caso, ahora, analizar y comentar ese hablante. Importa, sin embargo, señalar que ése tipo de sujeto lírico prácticamente había, desaparecido de la poesía chilena de .los años veinte.

El yo conmiserativo de Crepusculario es sugestivo porque nos muestra la apertura o retorno a un hablante casi olvidarlo y, a la vez, porque algunos de los motivos a él adheridos renacen posteriormente en la poesía de Neruda, con una visión de mundo, naturalmente, del todo diferente.

Una dimensión significativa, que desaparece del todo en las poesías sociales del Neruda posterior, es la del hablante que al descubrir la tristeza o fealdad de la ciudad y los pobres o infortunados adquiere mayor conciencia de su propia insatisfacción personal. El mundo degradado de la ciudad le abre los ojos hacia su propia concepción desolada de la existencia.

En el poema "Pueblo" el hablante entra en contacto con la miseria:

Pueblo eres triste y gris. Tienes las calles largas,
y un olor de almacén por tus calles pasea.
El agua de tus pozos la encuentro más amarga.
Las almas de tus hombres me parecen más feas".(p. 89)

Más evidente es el aserto con que concluye "Los Jugadores":

Los miro entre la vaga bruma del gas y el humo.
Y mirando estos hombres se que la vida es triste. (p. 51)

En "Maestranzas de noche":

Y entre la noche negra -desesperadas- corren
y sollozan las almas de los obreros muertos

En "Barrio sin luz" describe la vida de la ciudad:

Las ciudades -hollines y venganzas-,
la cochinada gris de los suburbios,
la oficina que encorva las espaldas,
el jefe de ojos turbios.

Lo que lleva a concluir al término del poema:

Y aquí estoy yo, brotado entre las ruinas,
mordiendo solo las tristezas,
como si el llanto fuera una semilla
y yo el único surco de la tierra. (p. 41)

Más relevante para el desarrollo posterior de la poesía de Neruda es la dimensión del yo poético compasivo que configura o se sustenta en motivos y. actitudes que desaparecerán en los libros inmediatamente siguientes, pero que surgirán con nuevo contenido posteriormente.

En el poema "Oración" el hablante afirma una especie de función o responsabilidad que debe asumir el poeta:

No es sólo seda lo que escribo:
que el verso mío sea vivo
como recuerdo en tierra ajena
para alumbrar la mala suerte
de los que van hacia la muerte
como la sangre por las venas.

Versos en los cuales afirma su deseo que la poesía que escribe sirva de guía a los que van hacia la muerte. Mayor implicación social aún adquiere la glosa si advertimos que el motivo central del poema es el de las prostitutas, su vida desolada, sufrimientos y destino. La visión de mundo del poema se basa en la antítesis bien-mal, en el cual este último aparece representado por la degradación de la carne:

Carne doliente y machacarla,
raudal de llanto sobre cada
noche de jergón malsano..."

El bien, en cambio corresponde al alma pura, del hablante, la que se asocia a la vez con las "puras y únicas estrellas". Es decir, el bien pertenece a lo espiritual vinculado a lo celestial; el mal al cuerpo y la miseria humana. En una estrofa, aún se precisa el simbolismo, incluyendo la propia palabra con mayúscula:

Mal del amor, sensual laceria:
campana negra de miseria:
rosas del lecho de arrabal,
abierto al Mal como un camino
por donde va el placer y el vino
desde la gloria al hospital.

Esta función social y la responsabilidad que asume el poeta can respecto al sufrimiento humano es la clave del Canto General treinta añal después ( [10] ). El hablante de éste adquiere una categoría mítica de redentor que llega a la tierra con un mensaje que impregna su poesía. Ese mensaje es la proximidad de la redención social, no del modo espiritualista de Crepusculario, sino que sobre la base de una transformación social y la ideología marxista.

En "El estribillo del turco" advertimos otro motivo que volverá a surgir con sentido muy distinto en la obra social  de Neruda.

El hablante expresa la necesidad de entregarse a otros:

Dulces hay que ser y darse a todos,
para vivir no hay otro modo
de ser dulces. Darse a las gentes
como a la tierra las vertientes.

Y no temer. Y no pensar.
Dar
para volver a dar.

Que quien no se da no se termina
porque hay en él pulpa divina.

Como se dan sin terminarse, hermano mío,
al mar las aguas de los ríos.

Pese a que un personaje dentro del poema parece negar la validez de estas afirmaciones o, por lo menos, afirma la ingenuidad de las mismas, su expresión y los motivos que se le adhieren resultan reveladores.

El motivo en Crepusculario se plasma como una apetencia de comunidad o de, servicio cuya finalidad apunta a una nebulosa o vaga "felicidad" o satisfacción personal. Si la cronología sugerida por Hernán Loyola es válida, el motivo implicará una dualidad representativa de la evolución de Neruda. En los primeros poemas la tendencia es a compartirse con seres desvalidos o infelices -prostitutas, ciegos, etc.-; en los últimos escritores en Santiago cerca de 1923, la referencia es a la amistad.

En la sección Crepúsculos de Maruri el poema "Amigo" ejemplifica bien lo que anotamos. El mundo limitado y personal del Neruda estudiante santiaguino, se sustenta en la amistad y a ella proyecta lo que tenía un carácter más  general.

De este modo, el hablante afirma:

Amigo, llévate lo que tú quieras
penetra, tu mirarla en los rincones
y si así lo deseas, yo te doy mi alma entera,
con sus blancas avenidas y sus canciones. (p. 57)

Versos que muestran claramente el sistema de valores del Neruda joven. El máximo valor personal es su "alma" -con todas las connotaciones ele espiritualidad que la expresión supone. El yo poético está dispuesto a compartir los bienes materiales y aún su "alma", la que se caracterizó una vez más con símbolos de pureza: "blancas avenidas y sus canciones".

Insiste en el tema en una estrofa siguiente:

Te sonríes - amigo. ¡Qué importa! Nadie sabe
entregar en las manos lo que se esconde adentro,
pero yo te doy mi alma, ánfora de mieles suaves,
y todo te lo doy... menos aquel recuerdo...

El hablante, no obstante, tiene plena conciencia de su egoísmo. Par ello, pide ayuda al amigo para superar su limitación:

Amigo - con la tarde haz que se vaya
este deseo mío de que todo rosal
me pertenezca. (p. 57)

En el Canto General el motivo asume una dimensión de humanidad y comunidad universal en la fue el hablante y los "libertadores" sacrifican basta su propia existencia para el bien y la felicidad colectivos.

Por una parte, el hablante de Crepusculario hace uso de la naturaleza para comunicar su anhelo:

Darse a las gentes
como a la tierra las vertientes.

Idea que se precisa en versos siguientes con la imagen:

Como se dan sin terminarse, hermano mío,
al mar las aguas de los ríos.

Los rasgos claves del motivo en este caso se sustentan en el arquetipo del morir-renacer, en el cual la naturaleza cumple la doble función: conduce hacia un término, un "darse" que implica el perder parte de sí mismo; pero a la vez, la imagen de la naturaleza con su aureola de fertilidad y renovación presupone que ha de conducir a un renacer y un no concluirse jamás. Ni las "vertientes" -que nutren la tierra- ni los ríos- que alimentan el mar -según las imágenes citadas- presuponen un agotarse sino una actividad atemporal y eterna.

En nuestro libro sobre el Canto General hemos comentado extensamente este rasgo del yo poético y lo que llamamos el mitema del morir-renacer. Una de las características del herpe redentor en el Canto General es, precisamente, su capacidad de renovación a través del reencarnarse en los otros héroes. También recurre a imágenes de la naturaliza para plasmar el mitema. Uno de los símbolos más tradicionales allí usados es el del árbol, cuyas raíces se alimentan con la sangre de los héroes muertos, pero se multiplica en sus frutos, cada uno de los cuales es un nuevo héroe dispuesto a luchar por la libertad.

Esta concepción de la existencia y de 1a sociedad se contrapone claramente con la otra dimensión del darse en Crepusculario:

Que quien no se da no se termina
porque hay en él pulpa divina.

Frase en la cual se nos pone de manifiesto las raíces cristianas del joven Neruda. En el fondo, sugiere una especie de Cristo que se sacrifica a sí mismo para salvar a los demás o que transforma su carne y su sangre en alimento espiritual de los creyentes.

En el Canto General reaparece el mismo motivo. El yo poético es una especie de redentor, con muchos rasgos que evocan a Cristo. El mensaje en este caso, sin embargo, se abeja del cristianismo por cuanto la doctrina que comunica e imparte es el marxismo.

Este breve examen de un aspecto del yo poético en Crepusculario nos ha hecho evidente que en el joven Neruda se daba ya la actitud básica-del hablante que aparecerá en su poesía política. Los libros inmediatamente posteriores a Crepusculario, sin embargo, nos muestran un yo poético del todo alejado de las preocupaciones por los otros y centrado básicamente en sí mismo en una búsqueda angustiada de sentido para la existencia. Los Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada y las primeras Residencias hunden al hablante en la desolación y la angustia. Será necesaria su conversión al marxismo para que renazca el yo poético abierto al mundo, consciente de los males de la sociedad, e insufle a la poesía de Neruda un tono de esperanza. Lo sorprendente es que su viaje a Santiago, el contacto con los jóvenes revolucionarios de la Federación de Estudiantes, en vez de acentuar el yo poético social lo eliminó. Creemos que el joven Neruda al llegar a Santiago no encontró tendencias poéticas que lo inclinaran más hacia la vida que a la literatura, pese a que las circunstancias históricas y sociales del país impulsaban a la acción social a un buen número de jóvenes de su misma edad ( [11] ).

en: Estudios de Pablo Neruda, Santiago, Editorial Nascimento, 1980.



[1] Sobre la fecha de composición de los poemas de Crepusculario véase Hernán Loyola, "Los modos de autorreferencia en la obra de Pablo Neruda", Aurora, N°34 (Julio-Diciembre, 1964).

[2] Pablo Neruda, "Algunas reflexiones improvisadas sobre mis trabajos", Mapocho, Tomo II, N" 3 (1964), p. 179.

[3] Jaime Concha, "Proyección de Crepusculario", en Ángel Flores (edit.) Aproximaciones a Pablo Neruda (Barcelona, 1974). p. 27.

[4] Hugo Montes, "Importancia de Crepusculario", Lírica chilena de hoy (Santiago, 1970) p. 85.

[5] Hernán Loyola, "Crepusculario", en Ángel Flores, Aproximaciones a Pablo Neruda, p. 21.

[6] Efraín Szmulewicz, Pablo Neruda. Biografía emotiva (Santiago, 1975).

[7] Jaime Concha, Neruda (Santiago, 1972).

[8] Sobre estos aspectos de 1a historia de Chile véanse los libros y ensayos en torno al gobierno de Arturo Alessandri Palma. Una visión panorámica coherente de la evolución social y económicas de Chile es el ensayo de Aníbal Pinto, "Desarrollo económico y relaciones sociales", incluido en el volumen Chile Hoy (México, 1970) pp. 5-50. Una excelente selección de ensayos sobre varias dimensiones de la historia de Chile es la antología de Hernán Godoy, Estructura social de Chile (Santiago. 1971).

[9] El propio Neruda se ha referido a las influencias de esta generación en sus inicios literarios. Véase, por ejemplo, sus recuerdos en "Mariano Latorre, Pedro Prado y mi propia sombra", Anales de la Universidad de Chile, N° 157-160 (Enero-Diciembre, 1971). A propósito de Prado señala: "Lo cierto es que Pedro Prado, cabeza de una extraordinaria generación, fue para mí, mucho más joven que él, un supremo relacionador entre mi terca soledad y el inaudito goce de la inteligencia que su personalidad desplegaba a toda hora y en todos los sitios". (p. 80).

[10] Sobre mi interpretación del Canto General, véase el ensayo "Héroes y antihéroes en el Canto General", incluido en Interpretación de Texto Poéticos Chilenos, y Estructuras míticas y arquetipos en el Canto General

[11] Curiosamente Neruda proclama una actitud más vital que la de la generación anterior. En el ensayo antes citado; apunta: "Mi disconformidad con Prado se basó casi siempre en otro sentido de la vida, y en planos casi extraliterarios que siempre tuvieron para mí mayor importancia que tal o cual problema estético. Gran parte de mi generación situó los verdaderos valores más allá o más acá de la literatura, dejando los libros en su sitió. (Mariano Latorre, Pedro Prado y mi propia sombra”, p. 80). Uno de los numerosos aspectos descuidados en el estudio de la literatura chilena es precisamente la relación entre los escritores y las circunstancias históricas y la manifestación de éstas en sus creaciones literarias.


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