El
Yo Poético Conmiserativo de Crepusculario
por
Juan Villegas Morales
Crepusculario
fue publicado en 1923 (Nascimento, Santiago) cuando Neruda aún
no cumplía veinte años (*), Las primeras ediciones indican 1919
como fecha de composición. Estudios posteriores lean venido
a mostrar que en realidad se trata de una selección de poemas
escritos entre 1919 y 1923. Por lo tanto, cuando Neruda tenía
entre 15 y 19 años ( [1] ).
Esta
observación cronológica, obviamente, es importante para cualquier
evaluación o examen del libro. Sería fácil apuntar folias, defectos,
influencias evidentes. A la vez, no es difícil tentarse por
ver en él gérmenes de 1'o que ha de ser la gran poesía posterior
del autor. Cualquier estudio, por lo tanto, ha de considerar
que es un libro primerizo.
(*)
Ponencia presentada en el Symposium An Homage to Vicente Aleixandre
celebrado en UCLA los dios 23, 29 y 30 de abril de 1978.
Pese
a ello, sin embargo, muchos de los poemas del volumen han alcanzado
gran renombre y popularidad. Se repiten en las antologías y
numerosos jóvenes han memorizado en los últimos cincuenta años
famosos versos escritos por Neruda en aquel momento.
Para
los fines de este symposium me ha parecido importante cubrir
tres aspectos. El primero destacar qué dimensiones de la obra
han sido los más comentados por la crítica; luego, una breve
síntesis del contexto histórico-social o los rasgos relevantes
para la tercera sección; el yo poético compasivo en Crepusculario,
el cual nos interesará con sus rasgos en sí y en su coincidencia
con el hablante del Canto General.
1.-La crítica y Crepusculario.
Son
numerosos los críticos que han analizado o comentado diversos
aspectos de Crepusculario. Los más destacados se refieren,
predominantemente, a sus relaciones con la obra posterior de
Neruda. Nuestro ensayo precisamente, aspira a ser una contribución
en este sentido.
El
propio Neruda se planteó el tema y sugirió la diferencia radical:
Mi
primer libro Crepusculario, se asemeja mucho a algunos
de mis libros de mayor madurez. Es, en parte, un diario de cuanto
llegaba a mi sensibilidad. Pero, nunca, Crepusculario,
tomándolo como nacimiento de mi poesía, al igual que otros libros
invisibles o poemas que no se publicaron, contuvo un propósito
poético de-' liberado, un mensaje sustantivo original. Este
mensaje vino después como propósito que persiste bien o mal
dentro de mi poesía.
Apenas
escrito Crepusculario quise ser un poeta que abarcara
en su obra una unidad mayor. Quise ser, a mi manera, un poeta
cíclico que pasara de la emoción o de la visión de un momento
a una unidad más amplia. ( [2] ).
Tomando
como punto de partida la idea de Neruda, Jaime Concha ha ampliado
ligeramente el mismo tema:
Crepusculario
no guarda continuidad con la obra siguiente de Neruda. Es verdad
que Farewell contiene ya el motivo germinal de los poemas de
amor; que hay insinuado, en algunos versos, un presentimiento
de dolor planetario. También se ha señalado la presencia de
la protesta social, no suficientemente acusada, con todo Crepusculario
no es un pórtico, es un hito que señala el paraje cercano, pero
que está fuera de él. Una característica suya prueba su prematura
disidencia con toda la familia poética que surgirá después.
De los Veinte poemas adelante todas las obras del poeta son
unidades cerradamente orgánicas; son, en mayor o menor grado,
ciclos poéticos. Pues bien, Crepusculario no lo es, y
los poemas que lo constituyen presentan la más abigarrada y
dispersa motivación ( [3] ).
Hugo
Montes, por su parte, sugiere la existencia de una especie de
anticipo de Crepusclario, al afirmar:
"Así,
Crepusculario encierra en su unidad, tonal y en su variedad
temática, en sus síntesis felices, en su fuerza juvenil al gran
poeta que todos celebramos. Y lo contiene con hondura, con belleza,
con fluidez" ( [4] )
Otro
de los aspectos comentados con frecuencia se refiere a la visión
de mundo que sustenta la obra. Hernán Loyola, por ejemplo, afirma
una dualidad que coincidiría aproximadamente con una evolución
personal de Neruda y que se manifiesta en la cronología de los
poemas:
"A
grandes rasgos podríamos decir que los poemas más antiguos del
libro (....) revelan una actitud juvenilmente romántica y generosa,
volcada hacia afuera, ávida de vincularse entrañablemente a
la Naturaleza; como queriendo de algún modo coparticipar en
su fecunda y silenciosa gestión creadora, y ávida de convivir
la alegría y el dolor humanos".
"Poemas
que traen, además, una fe enorme en el poder activo de la palabra
poética, un propósito confiado y entusiasta de oponer el poderío
del canto lírico a las fuerzas sórdidas de la realidad, a la
miseria y al dolor de los hombres".
"Pero
los poemas posteriores, aquellos más cercanos: a 1923 parecen
mostrar una progresiva sensación de fracaso en esta ambición
romántica juvenil de ejercer, con su poesía, una influencia
transformadora sobre el mundo exterior" ( [5] ).
Efraín
Szmulewicz, en un libro relativamente reciente (
[6] ), nieta las interpretaciones de los críticos que intentan
descubrir ya en Crepusculario las ideas que llevarán
a Neruda a escribir sus libros fuertemente comprometidos. Por
el contrario, afirma:
"hay
una serie de poemas que traicionan el espíritu místico de Neruda
y lo llevan por un camino que se desvía de los postulados materialistas,
cuya postura es excluyente en absoluto en lo que a materia religiosa
se refiere..." (p.25).
Luego,
señala varias pruebas, las que van desde el uso de mayúsculas
para expresiones cristianas como Padre Nuestro, Amén, el empleo
del término "alma" y varias estructuras de oraciones
religiosas.
Finalmente
concluye:
"Decididamente
hasta aquí (Crepusculario) ninguna declaración panfletaria
o poema escrito ad hoc es capaz de borrar lo legítimo, lo sólido
del alma, de la inspiración, de raíz del hombre... Allí, en
esas honduras, Neruda era religioso, en algún sentido de la
palabra; creyente directo, panteísta que ve a Dios en todas
partes y en todas las cosas...; ruegos, diatribas contra
,
todo deviene de una fe ancestral, primitiva, o de una conciencia
que no quiere creer..., pero que cree..." (p. 27).
Jaime
Concha asume una perspectiva distinta, aunque coincide en rasgos
apuntados en la cita anterior ( [7] ). A su juicio:
"Crepusculario
resulta, en consecuencia, el punto de intersección de tres direcciones':
una sociológica, en cuanto es él un libro representativo de
poesía estudiantil; una biográfico-sociológica, que lo hace
emanación de la adolescencia de su autor, y otra que lo sitúa
en el camino autocognoscitivo del poeta". (Neruda, p. 84).
El
análisis de esta tridimensionalidad lleva a Concha a ubicar
a Neruda adolescente en la situación histórica nacional y, en
última instancia, le configura como una especie de clase media
chilena, tanto en su mundo de preocupaciones, las influencias
literarias, las respuestas a las condiciones humanas y sociales,
como en la recurrencia de ciertos motivos. Se trata, en síntesis,
de poesía escrita por un joven estudiante con las libertades
que la burguesía le permite a sus hijos con la visión de mundo
de su clase.
Otro
aspecto reiterado en la crítica es la de las influencias literarias
o la escuela literaria a que pertenece la obra. Para la mayoría
se trata de una obra postmodernista.
En
cuanto a su valor, los juicios son variados. La mayoría reconoce
en el volumen poemas con fuerte carácter apelativo, lo que ha
hecho que se repitan en las antologías y que sean memorizados
con entusiasmo y facilidad. Para otros, hay muchos defectos
y es preciso reconocer que se trata sólo de poemas de juventud
y no hay que esperar más de ellos.
Hugo
Montes afirma su gran valor:
"El
libro tiene una virtud extraordinaria; a saber, la capacidad
de síntesis. Situaciones intensas y complejas se expresan en
frases lacónicas, redondeadas, perfectas". (pp. 83-84).
Se
puede afirmar sin duda que la mayor parte de la crítica tiende
a mirar el libro con simpatía y a concederle mayor importancia
que la que se le da a los poemas de un joven de alrededor de
los 18 años.
2.- La situación histórico-literaria en el momento de aparición.
Dos
son los aspectos que nos interesa señalar en el contexto socio-literario
del momento en que escribe Neruda los poemas que formarán Crepusculario.
En
el plano social, las circunstancias nacionales presentan, par
un lado, la plasmación de un proceso iniciado a fines del siglo
anterior: el ascenso de la clase media a los niveles políticos
directivos. El triunfo de Arturo Alessandri Palma en las elecciones
de 1920 significó el desplazamiento parcial de la aristocracia.
A la vez, la concientización de las clases populares. Esta transformación
social se plasma simbólicamente en la Constitución del año 25.
El cambio, naturalmente, implicó una fuerte crisis nacional,
la que se pone de manifiesto a lo largo de toda la década de
los veinte. Alessandri, elegido por votación democrática es
expulsado del gobierno y del país por un sector de militares
en al año 24 y, pese a su retorno, la crisis culmina en el año
31, con la República socialista. A partir, entonces, el gobierno
del Partido Radical por más de 15 años representa el predominio
de los sectores medios. Para nuestros intereses inmediatos,
hay que hacer notar que el triunfo de la Revolución rusa, la
fundación de los partidos socialistas y comunistas dé los primeros
años de la década contribuyeron a la agitación política de los
sectores, populares y la juventud de clase media. Esta última
representada por la intensa actividad combativa de la Federación
de Estudiantes, a la cual se incorpora, Neruda poco tiempo después
de su llegada a Santiago (
[8] ).
En
cuanto a lo literario, curiosamente, el teatro asume una actitud
de fuerte crítica a. los valores de la 'ciase media y ésta aparece
degradada en las obras dé Eduardo Barrios, por ejemplo. El otro
dramaturgo importante en la época, Acevedo Hernández, postula
una concepción de mundo enraizada en los ideales del anarquismo
y el socialismo. Incorpora al proletariado en sus obras y trae
un mensaje de redención social. La poesía dominante corresponde
a la Generación del 14, cuyos representantes más significativos
eran Pedro Prado, Gabriela Mistral, Vicente Huidobro, Ángel
Cruchaga Santa. María y, parcialmente, Pablo de Rokha. Es decir,
ubicados por algunos como postmodernistas (
[9] ).
Lo
sorprendente, en apariencia, es el contraste de la poesía de
estos autores y las circunstancias nacionales e internacionales.
Es de observar, por ejemplo la carencia de preocupación social
en la poesía de estos escritores, su búsqueda de valores fuera
de la realidad inmediata y la fuerte aureola cristiana de varios
de ellos. Es obvio para cualquier lector que lo dominante es
la marginación de los problemas sociales y la falta de conciencia
social del hablante lírico.
Una
excepción parcial a las afirmaciones anteriores es el caso de
Gabriela Mistral. En Desolación -1922- encontramos una serie
de poemas en que la hablante se conduele del sufrimiento de
madres y niños abandonados. Creemos, sin embargo, que más que
conciencia social en la hablante de la Mistral es una concepción
globalizadora del mundo como predominio de la injusticia, la
cual no se imputa a las condiciones sociohistóricas sino más
bien a una indiferencia de Dios, indiferencia que se proyecta
tanto a la frustración amorosa del yo poético como al sufrimiento
de algunos de los personajes de sus poemas.
Por
ello resulta interesante advertir en Crepusculario un
yo poético con conciencia social y menos aún uno de protesta
social. Lo que se encuentra es un hablante que selecciona como
material literario ciertos sectores espaciales y algunos personajes
que pueden ser considerados desvalidos y evidencia o se lamenta
de la tristeza e infelicidad que esa forma de vida les proporciona.
Desde este punto de vista, el hablante no es muy diferente del
yo compasivo que encontramos en parte de la poesía chilena anterior,
especialmente en Carlos Pezoa Véliz y Manuel Magallanes Moure.
Un
yo poético que sí podría denominarse de protesta se da en los
primeros poemas de Diego Dublé Urrutia, en especial en Las
minas. Lo sorprendente de Dublé Urrutia, que escribe en
los últimos años del siglo XIX y los primeros del presente es
advertir la virulencia del hablante y de imputar abiertamente
a los ricos y patrones de la degradación del obrero de las minas.
Dentro de la misma línea, a comienzos de siglo encontramos .a
Víctor Domingo Silva, quien en Hacia Allá (1905) presenta
un hablante combinación de revolucionario y anarquista y Humberto
Bórquez Solar. Este último, en La floresta de los Leones,
(1907), con lenguaje modernista, ataca con violencia a los causantes
de la infelicidad social. No es del caso, ahora, analizar y
comentar ese hablante. Importa, sin embargo, señalar que ése
tipo de sujeto lírico prácticamente había, desaparecido de la
poesía chilena de .los años veinte.
El
yo conmiserativo de Crepusculario es sugestivo
porque nos muestra la apertura o retorno a un hablante casi
olvidarlo y, a la vez, porque algunos de los motivos a él adheridos
renacen posteriormente en la poesía de Neruda, con una visión
de mundo, naturalmente, del todo diferente.
Una
dimensión significativa, que desaparece del todo en las poesías
sociales del Neruda posterior, es la del hablante que al descubrir
la tristeza o fealdad de la ciudad y los pobres o infortunados
adquiere mayor conciencia de su propia insatisfacción personal.
El mundo degradado de la ciudad le abre los ojos hacia su propia
concepción desolada de la existencia.
En
el poema "Pueblo" el hablante entra en contacto con
la miseria:
Pueblo
eres triste y gris. Tienes las calles largas,
y un olor de almacén por tus calles pasea.
El agua de tus pozos la encuentro más amarga.
Las almas de tus hombres me parecen más feas".(p. 89)
Más
evidente es el aserto con que concluye "Los Jugadores":
Los miro
entre la vaga bruma del gas y el humo.
Y mirando estos hombres se que la vida es triste. (p. 51)
En
"Maestranzas de noche":
Y entre
la noche negra -desesperadas- corren
y sollozan las almas de los obreros muertos
En
"Barrio sin luz" describe la vida de la ciudad:
Las ciudades
-hollines y venganzas-,
la cochinada gris de los suburbios,
la oficina que encorva las espaldas,
el jefe de ojos turbios.
Lo
que lleva a concluir al término del poema:
Y aquí
estoy yo, brotado entre las ruinas,
mordiendo solo las tristezas,
como si el llanto fuera una semilla
y yo el único surco de la tierra. (p. 41)
Más
relevante para el desarrollo posterior de la poesía de Neruda
es la dimensión del yo poético compasivo que configura o se
sustenta en motivos y. actitudes que desaparecerán en los libros
inmediatamente siguientes, pero que surgirán con nuevo contenido
posteriormente.
En
el poema "Oración" el hablante afirma una especie
de función o responsabilidad que debe asumir el poeta:
No es
sólo seda lo que escribo:
que el verso mío sea vivo
como recuerdo en tierra ajena
para alumbrar la mala suerte
de los que van hacia la muerte
como la sangre por las venas.
Versos
en los cuales afirma su deseo que la poesía que escribe sirva
de guía a los que van hacia la muerte. Mayor implicación social
aún adquiere la glosa si advertimos que el motivo central del
poema es el de las prostitutas, su vida desolada, sufrimientos
y destino. La visión de mundo del poema se basa en la antítesis
bien-mal, en el cual este último aparece representado por la
degradación de la carne:
Carne
doliente y machacarla,
raudal de llanto sobre cada
noche de jergón malsano..."
El
bien, en cambio corresponde al alma pura, del
hablante, la que se asocia a la vez con las "puras y únicas
estrellas". Es decir, el bien pertenece a lo espiritual
vinculado a lo celestial; el mal al cuerpo y la miseria humana.
En una estrofa, aún se precisa el simbolismo, incluyendo la
propia palabra con mayúscula:
Mal del
amor, sensual laceria:
campana negra de miseria:
rosas del lecho de arrabal,
abierto al Mal como un camino
por donde va el placer y el vino
desde la gloria al hospital.
Esta
función social y la responsabilidad que asume el poeta can respecto
al sufrimiento humano es la clave del Canto General treinta
añal después ( [10]
). El hablante de éste adquiere una categoría mítica de
redentor que llega a la tierra con un mensaje que impregna su
poesía. Ese mensaje es la proximidad de la redención social,
no del modo espiritualista de Crepusculario, sino que
sobre la base de una transformación social y la ideología marxista.
En
"El estribillo del turco" advertimos otro motivo que
volverá a surgir con sentido muy distinto en la obra social
de Neruda.
El
hablante expresa la necesidad de entregarse a otros:
Dulces
hay que ser y darse a todos,
para vivir no hay otro modo
de ser dulces. Darse a las gentes
como a la tierra las vertientes.
Y no temer. Y no pensar.
Dar
para volver a dar.
Que quien no se da no se termina
porque hay en él pulpa divina.
Como se dan sin terminarse, hermano mío,
al mar las aguas de los ríos.
Pese
a que un personaje dentro del poema parece negar la validez
de estas afirmaciones o, por lo menos, afirma la ingenuidad
de las mismas, su expresión y los motivos que se le adhieren
resultan reveladores.
El
motivo en Crepusculario se plasma como una apetencia
de comunidad o de, servicio cuya finalidad apunta a una nebulosa
o vaga "felicidad" o satisfacción personal. Si la
cronología sugerida por Hernán Loyola es válida, el motivo implicará
una dualidad representativa de la evolución de Neruda. En los
primeros poemas la tendencia es a compartirse con seres desvalidos
o infelices -prostitutas, ciegos, etc.-; en los últimos escritores
en Santiago cerca de 1923, la referencia es a la amistad.
En
la sección Crepúsculos de Maruri el poema "Amigo"
ejemplifica bien lo que anotamos. El mundo limitado y personal
del Neruda estudiante santiaguino, se sustenta en la amistad
y a ella proyecta lo que tenía un carácter más general.
De
este modo, el hablante afirma:
Amigo,
llévate lo que tú quieras
penetra, tu mirarla en los rincones
y si así lo deseas, yo te doy mi alma entera,
con sus blancas avenidas y sus canciones. (p. 57)
Versos
que muestran claramente el sistema de valores del Neruda joven.
El máximo valor personal es su "alma" -con todas las
connotaciones ele espiritualidad que la expresión supone. El
yo poético está dispuesto a compartir los bienes materiales
y aún su "alma", la que se caracterizó una vez más
con símbolos de pureza: "blancas avenidas y sus canciones".
Insiste
en el tema en una estrofa siguiente:
Te sonríes
- amigo. ¡Qué importa! Nadie sabe
entregar en las manos lo que se esconde adentro,
pero yo te doy mi alma, ánfora de mieles suaves,
y todo te lo doy... menos aquel recuerdo...
El
hablante, no obstante, tiene plena conciencia de su egoísmo.
Par ello, pide ayuda al amigo para superar su limitación:
Amigo
- con la tarde haz que se vaya
este deseo mío de que todo rosal
me pertenezca. (p. 57)
En
el Canto General el motivo asume una dimensión de humanidad
y comunidad universal en la fue el hablante y los "libertadores"
sacrifican basta su propia existencia para el bien y la felicidad
colectivos.
Por
una parte, el hablante de Crepusculario hace uso de la
naturaleza para comunicar su anhelo:
Darse
a las gentes
como a la tierra las vertientes.
Idea
que se precisa en versos siguientes con la imagen:
Como se
dan sin terminarse, hermano mío,
al mar las aguas de los ríos.
Los
rasgos claves del motivo en este caso se sustentan en el arquetipo
del morir-renacer, en el cual la naturaleza cumple la doble
función: conduce hacia un término, un "darse" que
implica el perder parte de sí mismo; pero a la vez, la imagen
de la naturaleza con su aureola de fertilidad y renovación presupone
que ha de conducir a un renacer y un no concluirse jamás. Ni
las "vertientes" -que nutren la tierra- ni los ríos-
que alimentan el mar -según las imágenes citadas- presuponen
un agotarse sino una actividad atemporal y eterna.
En
nuestro libro sobre el Canto General hemos comentado
extensamente este rasgo del yo poético y lo que llamamos el
mitema del morir-renacer. Una de las características del herpe
redentor en el Canto General es, precisamente, su capacidad
de renovación a través del reencarnarse en los otros héroes.
También recurre a imágenes de la naturaliza para plasmar el
mitema. Uno de los símbolos más tradicionales allí usados es
el del árbol, cuyas raíces se alimentan con la sangre de los
héroes muertos, pero se multiplica en sus frutos, cada uno de
los cuales es un nuevo héroe dispuesto a luchar por la libertad.
Esta
concepción de la existencia y de 1a sociedad se contrapone claramente
con la otra dimensión del darse en Crepusculario:
Que quien
no se da no se termina
porque hay en él pulpa divina.
Frase
en la cual se nos pone de manifiesto las raíces cristianas del
joven Neruda. En el fondo, sugiere una especie de Cristo que
se sacrifica a sí mismo para salvar a los demás o que transforma
su carne y su sangre en alimento espiritual de los creyentes.
En
el Canto General reaparece el mismo motivo. El yo poético
es una especie de redentor, con muchos rasgos que evocan a Cristo.
El mensaje en este caso, sin embargo, se abeja del cristianismo
por cuanto la doctrina que comunica e imparte es el marxismo.
Este
breve examen de un aspecto del yo poético en Crepusculario
nos ha hecho evidente que en el joven Neruda se daba ya la actitud
básica-del hablante que aparecerá en su poesía política. Los
libros inmediatamente posteriores a Crepusculario, sin
embargo, nos muestran un yo poético del todo alejado de las
preocupaciones por los otros y centrado básicamente en sí mismo
en una búsqueda angustiada de sentido para la existencia. Los
Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada y las primeras
Residencias hunden al hablante en la desolación y la angustia.
Será necesaria su conversión al marxismo para que renazca el
yo poético abierto al mundo, consciente de los males de la sociedad,
e insufle a la poesía de Neruda un tono de esperanza. Lo sorprendente
es que su viaje a Santiago, el contacto con los jóvenes revolucionarios
de la Federación de Estudiantes, en vez de acentuar el yo poético
social lo eliminó. Creemos que el joven Neruda al llegar a Santiago
no encontró tendencias poéticas que lo inclinaran más hacia
la vida que a la literatura, pese a que las circunstancias históricas
y sociales del país impulsaban a la acción social a un buen
número de jóvenes de su misma edad (
[11] ).
en:
Estudios de Pablo Neruda, Santiago, Editorial Nascimento,
1980.
[1] Sobre la fecha de composición de los poemas de Crepusculario
véase Hernán Loyola, "Los modos de autorreferencia en la
obra de Pablo Neruda", Aurora, N°34 (Julio-Diciembre, 1964).
[2] Pablo Neruda, "Algunas reflexiones improvisadas
sobre mis trabajos", Mapocho, Tomo II, N" 3 (1964),
p. 179.
[3] Jaime Concha, "Proyección de Crepusculario",
en Ángel Flores (edit.) Aproximaciones a Pablo Neruda (Barcelona,
1974). p. 27.
[4] Hugo Montes, "Importancia de Crepusculario",
Lírica chilena de hoy (Santiago, 1970) p. 85.
[5] Hernán Loyola, "Crepusculario",
en Ángel Flores, Aproximaciones a Pablo Neruda, p. 21.
[6] Efraín Szmulewicz, Pablo Neruda. Biografía emotiva
(Santiago, 1975).
[7] Jaime Concha, Neruda (Santiago, 1972).
[8] Sobre estos aspectos de 1a historia de Chile véanse
los libros y ensayos en torno al gobierno de Arturo Alessandri
Palma. Una visión panorámica coherente de la evolución social
y económicas de Chile es el ensayo de Aníbal Pinto, "Desarrollo
económico y relaciones sociales", incluido en el volumen
Chile Hoy (México, 1970) pp. 5-50. Una excelente selección
de ensayos sobre varias dimensiones de la historia de Chile
es la antología de Hernán Godoy, Estructura social de Chile
(Santiago. 1971).
[9] El propio Neruda se ha referido
a las influencias de esta generación en sus inicios literarios.
Véase, por ejemplo, sus recuerdos en "Mariano Latorre,
Pedro Prado y mi propia sombra", Anales de la Universidad
de Chile, N° 157-160 (Enero-Diciembre, 1971). A propósito
de Prado señala: "Lo cierto es que Pedro Prado, cabeza
de una extraordinaria generación, fue para mí, mucho más joven
que él, un supremo relacionador entre mi terca soledad y el
inaudito goce de la inteligencia que su personalidad desplegaba
a toda hora y en todos los sitios". (p. 80).
[10] Sobre mi interpretación del Canto General,
véase el ensayo "Héroes y antihéroes en el Canto General",
incluido en Interpretación de Texto Poéticos Chilenos, y Estructuras
míticas y arquetipos en el Canto General
[11] Curiosamente Neruda proclama una actitud más vital
que la de la generación anterior. En el ensayo antes citado;
apunta: "Mi disconformidad con Prado se basó casi siempre
en otro sentido de la vida, y en planos casi extraliterarios
que siempre tuvieron para mí mayor importancia que tal o cual
problema estético. Gran parte de mi generación situó los verdaderos
valores más allá o más acá de la literatura, dejando los libros
en su sitió. (Mariano Latorre, Pedro Prado y mi propia sombra,
p. 80). Uno de los numerosos aspectos descuidados en el estudio
de la literatura chilena es precisamente la relación entre
los escritores y las circunstancias históricas y la manifestación
de éstas en sus creaciones literarias.